Informe sobre las diligencias y órdenes dadas por el Virrey del Perú sobre la defensa de la ciudad de Cartagena.
Gestiones y solicitudes que debe realizar el Procurador del Cabildo de Cartagena ante el Rey, respecto a reforzar la defensa de Cartagena.
Informe sobre la inseguridad que se vive en Cartagena por los continuos ataques de corsarios a sus costas.

Carta de don Juan de la Peña, representante del Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Cartagena, al Rey Felipe.
Informa que al llegar a Cartagena el Virrey Francisco de Toledo y “después de haber sido informado de la mucha continuación que los corsarios franceses e ingleses hacen por aquella costa, y de los muchos daños y robos que han hecho en tiempos pasados” y el peligro en que se encuentra aquella ciudad por las pocas defensas que tiene, tanto de “gente de guerra como de artillería y munición, ni de fuertes de piedra ni de otro edificio, hizo las dichas diligencias y autos” para solucionarlo, a pesar de que ya se han enviado recaudos solicitando con urgencia que la ciudad se provea de artillería y municiones, pero como “no hay orden de se proveer por ahora”, pide y suplica al Rey que mande “proveer y confirmar las demás cosas que el dicho vuestro Visorrey proveyó acerca de la defensa y guarda de aquel puerto, que son las siguientes”:
-Que “todos los que tienen indios de repartimiento”, y los casados y vecinos que tengan “casa poblada, tengan armas y caballos”.
-Que se continúe la construcción de los “baluartes y caballeros, conforme a lo que el dicho Visorrey dejó ordenado”.
-Que de la caja de Bienes de Difuntos, mientras no aparezcan sus herederos, “se compren algunos arcabuces y versos y pólvora y plomo”.
-Que los “franceses e ingleses que han quedado en aquella provincia” los envíen a España, porque no es conveniente “que estén en aquellas partes, porque no sepan los puertos y secretos de ellas”.
El señor de la Peña también informa al Rey que en 1568, los señores del Cabildo de Cartagena enviaron al Procurador General de aquella ciudad, Yuste Guerra, a España “con los recaudos e instrucción que presento, para informar a vuestra alteza de la extrema necesidad que tiene de que vuestra alteza la mande proveer de las cosas contenidas en los capítulos siguientes”, pero como los tiempos eran “contrarios, no pudo llegar a estos reinos, y ansí anduvo perdido” desde noviembre de aquel año hasta el primero de julio de este, cuando llegó a la Provincia de Honduras, pero como la ciudad de Cartagena estaba “tan pobre, no pudieron enviar a otra persona”, por ello entregaron estos documentos al señor Juan de la Peña, para que los presente ante el Rey, por los cuales le “constará a vuestra alteza los muchos robos, muertes y daños que los dichos corsarios hacen por aquellas costas”, y le ruega que los mande ver y se provea el “remedio necesario y que más convenga a vuestro real servicio y al bien y conservación de aquellas partes” (I. 13).