Testimonio del Tesorero de la Santa Cruzada sobre las molestias que causa el Obispo de Cartagena a los vecinos de Cartagena que viajan a Santa Fe a cualesquier negocios.
Descripción de los diversos trayectos que hay que andar y tiempos entre cada uno de ellos para realizar viajes desde Cartagena hasta Santa Fe y los peligros que enfrentan.

Alonso del Valle, Procurador de la Audiencia de Santa Fe, ante el Arzobispo del Nuevo Reino de Granada, fray Luis Zapata de Cárdenas, presentó por testigo a Juan Antonio de Vilches, Tesorero de la Santa Cruzada y vecino de Santa Fe, de quien “recibió juramento en forma de derecho … y … prometió de decir verdad de lo que supiere e le fuere preguntado”. 

Testimonio
Santa Fe, octubre 30 de 1581. Juan Antonio de Vilches, Tesorero de la Santa Cruzada y vecino de la ciudad de Santa Fe. 
El señor Vilches declara que es cierto “que no pueden dejar de ser muy molestados y re-(I. 14) cibir muy notorios trabajos, todas las personas que de la dicha ciudad de Cartagena vinieren a esta de Santa Fe a cualesquier negocios”, pues es mucho más dificultosa la navegación del Río Grande de la Madalena “para subir a este Reino”, que la que se hace hasta los reinos de España, por “los muchos peligros del dicho río y el muy continuo trabajo que en las canoas que lo navegan se padece, así de grandes calores como de falta de mantenimiento”, porque como las canoas son pequeñas, no pueden llevar en ellas todos los alimentos que requieren para un viaje tan largo. Adicionalmente, confirma que los tiempos que se requieren para viajar, son, por tierra “once jornadas … demás de las del dicho Río Grande, que son veinte y cuatro o veinte y cinco jornadas” y que, como afirma el pedimento, la mencionada navegación es tan peligrosa, que dos veces al año se prohíbe, “por las grandes crecientes que de ordinario en los tales tiempos llevasen efecto”, resultando este viaje “muy costoso y largo” 
También declara este testigo (I. 15)  “que los vecinos de la dicha provincia de Cartagena son gravemente molestados” al hacerles viajar hasta el Nuevo Reino y que tanto el Obispo como su provisor y vicarios les hacen “muchas estorbaciones y agravios” por mandato del Obispo, lo cual “ha entendido este testigo por dos o tres causas que ha visto venir a seguir ante el reverendísimo [Arzobispo] de este Reino” y que ha sabido que las provisiones que se envía al Obispo de Cartagena “para los tales negocios, no las quiere obedecer” y los vecinos que acuden ante él, “los maltrata con prisiones y censuras y otros malos tratamientos, así de obra como de palabra, según este testigo ha oído decir a personas muy fidedignas y que así le parece que para el buen asiento, quietud y sosiego de los vecinos y moradores de la dicha Gobernación de Cartagena”, sería conveniente que “se les diese algún remedio cómo cesasen las dichas molestias, las que con tan largo camino e viaje se reciben como dicho tiene, por las personas que a este reino suben en seguimiento de sus causas” (I. 16).
El señor Vilches afirma que “esto que dicho y declarado tiene es la verdad y público y notorio, para el juramento que fecho tiene”. Declara que tiene 48 años “poco más o menos” y lo firmó ante el Notario de la Audiencia de Santa Fe, Alonso Cortés. (I. 17).