Descripción de las ventajas y desventajas geográficas que tienen los puertos de Cartagena y Nombre de Dios, para descargar la mercancía que viene en la Flota de Tierra Firme.
Solicitud para que la descarga de mercancía que viene en la Flota de Tierra Firme se haga en Cartagena.
Solicitud para que la Armada de Galeras que defiende las costas de Tierra Firme dependa del Gobernador de la Provincia de Cartagena.
Solicitud para que se prorrogue el tiempo del cargo de Gobernador, hasta que termine las obras de la Catedral de Cartagena y el acueducto de Cartagena.

Carta de varios miembros del Cabildo de Cartagena al Rey Felipe.
1. Menciona que se han enviado varias propuestas al Consejo de Indias en favor del “bien común de las flotas y gente que en ellas viene”,  sobre que la “descarga de las flotas que vienen a Tierra Firme se haga en esta ciudad, por las muchas muertes que se excusarían de las que en cada flota suceden en el Nombre de Dios, por la malicia de aquella tierra”, pues son muy numerosas y “por evitar las pérdidas de flotas, armadas y navíos” que suceden muy a manudo “en aquel puerto, a causa de ser abierto para nortes y haber muchas piedras y arrecifes en él”, lo que se evitaría si la descarga se hace en Cartagena, “por ser la tierra muy sana y muy abundosa y el puerto muy ancho y seguro”, y que lo que venga para Panamá, se lleve desde Cartagena “al puerto de Panamá que se llama Cruces, tan bien y mejor y tan barato como el Nombre de Dios”.
Informa que todos los que conocen el tema consideran que es muy conveniente al servicio del Rey y al “bien común de los navegantes y pasajeros que esto se haga”, y suplican al Rey “lo mande ver y proveer como más sea servido”.  
2. Asimismo es muy conveniente para el “bien común de esta tierra que las galeras de vuestra majestad que andan en guarda de esta costa” estén a cargo y “subordinadas al Gobernador de esta provincia, porque siendo así estarán más bien guarnecidas y bastecidas de lo necesario y a más moderados precios [y] la gente más corregida y cesarán los excesos que soldados han hecho en tierra”, quienes no podrán huir de la justicia y nadie los podrá encubrir.
También informan que tanto la Armada como los vecinos recibirán “otros provechos” y que como el Gobernador Fernández de Busto “tiene salud y suficiencia para podérsele encargar las dichas galeras y gobernar a lo todo”,  y en mayo de este año se cumplen las prórrogas que se le otorgaron para continuar en el ejercicio del cargo de Gobernador, consideran que si “se hubiese de remover y enviar otro, resultaría en mucho daño e perjuicio de esta tierra” pues la construcción de la Catedral “está ya casi enrazada para cubrir y va muy buena y suntuosa” y la obra para traer el agua del arroyo de Turbaco hasta Cartagena “también va buena y se ha gastado en estas obras mucho dinero”, el que venga en su reemplazo no podrá “darse la maña” para continuar estas obras, ni podrá sacar ni “buscar el dinero para ellas … [y]  se perderá lo que en ello está gastado”, si es que “acierta a gobernar y a mantener a todos en paz y justicia”. Por todo lo anterior, le suplican mande prorrogar de nuevo el tiempo de su oficio, hasta que acabe las mencionadas obras. 
Los siguientes miembros del Cabildo firman este documento: Alonso de Padilla, don Alonso de Mendoza Carvajal, Luis de Guzmán, don Juan de Villoria y Dávila (I. 1), Fernando Gómez Montalvo, Alonso Bravo, Antonio Ponce, Domingo Feliz, don Gerónimo Fernández de Serpa y Pedro Coronado Maldonado, ante el Escribano Francisco Dalva  (I.2).
Anotación de otra mano fechada el 12 de noviembre de aquel año, donde dice que se presente este documento ante el Presidente del Consejo de Indias y se junten “los papeles que hay sobre esto, dados por parte de la dicha ciudad”.
Hay otra anotación del 9 de diciembre que dice que se entregue esta carta al Rey Felipe “en sus reales manos [y que] es de la ciudad de Cartagena en Indias” (I. 4).