Petición para que los alimentos que se traen del Nuevo Reino para abastecer los vecinos de Cartagena, la gente de guerra de las galeras, armadas y flotas, se eximan de pagar derechos de almojarifazgo.

Carta de Bartolomé de Campuzano, Procurador General del Cabildo de Cartagena y su provincia, al Rey Felipe en la que menciona que en el último navío que llegó de Cartagena, le enviaron una carta con “ciertos autos que se hicieron ante el Gobernador … entre las personas que traen a ella harinas y otros mantenimientos del Nuevo Reino de Granada” y los oficiales de Hacienda, sobre “los derechos de las harinas y bizcochos y otras cosas”, y una orden del Gobernador, la cual fue apelada por los oficiales de Hacienda de aquella ciudad ante la Audiencia Real del Nuevo Reino.
Las copias que van para el Rey son: “testimonio de cómo los derechos de los dichos mantenimientos valen muy poco a su majestad”, la carta del Cabildo de Cartagena [registro A-CC-0047-02]  en la que “piden y tratan del remedio de otras cosas”, la cual servirá “de instrucción … para que vuestra alteza sea servido hacerle merced a la dicha ciudad por el tiempo que fuere servido, que las harinas, bizcochos y otros mantenimientos y cosas de comer que a ella vienen del Nuevo Reino de Granada no paguen derechos algunos a vuestra alteza, pues de ello resulta tanto bien y aprovechamiento a la dicha ciudad”, a sus vecinos y a la gente de galeras, armadas y flotas que llegan a este puerto, pues el Rey “recibe el mayor aprovechamiento en las provisiones que compra para sus navíos de armadas y flotas y es mucho más lo que por aquí se ahorra en el gasto, que lo que pueden valer los derechos que de ello se cobran”, y si estos productos no llegasen a la ciudad debido a los altos costos que se pagan por traerlos, “se pasaría grandísimo trabajo y hambre”, especialmente la gente de guerra que trabaja en las galeras y aquellos que llegan en las armadas y flotas pues como estos mantenimientos no se producen en la Provincia de Cartagena, “por ser tierra caliente y de grandes montañas, … en ello recibirá grandísima merced” (I. 1).