Propuesta para que durante el año de 1594 no se cambien los contratos hechos para las carnicerías, ni se modifique el punto donde dice que se le quite a cada arroba de carne una libra diciendo que corresponde a desperdicios, pues las contrataciones ya están hechas.

Francisco Dalva, Escribano Mayor del Cabildo de Cartagena, da fe que el 3 de abril de 1594 se reunieron los miembros de aquella institución en cabildo abierto y se registró el siguiente auto en el libro del Cabildo:

Don Pedro de Acuña, Gobernador de la Provincia de Cartagena, propone a los señores del Cabildo que como en Cartagena se ha tenido la costumbre de pesar “la carne de vaca y puerco, que por una arroba de carne que son veinte y cinco libras, el carnicero da a el pueblo veinte y cuatro, lo cual es en gran daño de la república y común”, y como ya se hizo el concierto con Antonio de Palma para “dar carne de vaca a esta ciudad este presente año” y se hizo como se acostumbraba en los tiempos pasados, y el arriendo de las carnicerías que se hizo con Miguel de Guzmán “ha ido con la misma orden”, ambos contratistas “se obligaron por la costumbre antigua y esto no les ha deparar perjuicio”, el Gobernador pide a la ciudad que “por este año de noventa y cuatro no se haga novedad en lo que toca a la carne de vaca por los inconvenientes dichos y otros muchos que al pueblo consta, por la mucha falta que de la dicha carne de vaca hay”, y que después de este año se ordenará que los contratos hechos con estas condiciones se acaben.
En cuanto a la carne de puerco, los que crían estos animales, que al presente están en este recinto (Alonso de Mendoza, quien además representa a don Juan de Villoria y Pedro de Coronado Maldonado), están de acuerdo que este año “se dé de la carne de puerco veinte y cinco libras justas a el pueblo por una arroba (I. 41) y a el dicho Miguel de Guzmán una libra más para que con esto quede satisfecho el pueblo, y el dicho Miguel de Guzmán por lo que toca a el desperdicio y en jugo”.
Y habiendo aprobado unánimemente los miembros del Cabildo que estuvieron presentes, “dijeron que consentían y habían por bien que se hiciese y ordenase todo como el señor Gobernador lo había propuesto, porque así estaba muy bien fecho e muy a gusto e contento de todos” y lo agradecían y tenían por merced el “cuidado que tenían del bien de la república, y lo firmaron de sus nombres” ante el Escribano del Cabildo.

Este documento se encuentra en el libro del Cabildo y por petición del Capitán Palomino, Regidor de este Cabildo y fue otorgado y firmado en julio 18 de 1597, “en testimonio de verdad”, por el Escribano Francisco Dalva (I. 42).